28 feb 2013

El obituario económico

Por: Daryen Andrés Álvarez Barajas

Durante el transcurso de las últimas tres décadas evidenciamos la continuidad de un proceso que, paulatinamente, conlleva a la defunción la economía colombiana. Etapas históricas que viajan a través de una parábola de vicisitudes que va llegando a su punto más tenue, que desembocará en la quiebra nacional. Observamos con preocupación, que bajo el disfraz de la internacionalización de nuestro mercado, los sectores agropecuarios e industriales están en vía en extinción, dando paso a la monopolización foránea y a la pusilanimidad del Estado. Si bien, el recorrido de esa línea en zigzag comienza desde la época independentista, nos centraremos desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad, lapso de tiempo donde nos encontramos en la cúspide de nuestra economía, pero a su vez, el instante donde empezamos a escribir el epitafio de la misma.

Modelo estructuralista de la CEPAL

Posterior a la devastadora segunda guerra mundial, la recién creada Organización de las Naciones Unidas generan una serie de comisiones económicas para impulsar el desarrollo de los países subdesarrollados. Una de esas comisiones fue la CEPAL (Comisión económica para América Latina y el Caribe) que implantó, mediante la política estructuralista, un cambio en los sistemas comerciales de los países latinos. Propuso reformas económicas basadas en la industrialización por sustitución de importaciones, desarrollo agrícola, comercio internacional, ajuste de la deuda externa e igualdad social. No obstante, llevarlo a la práctica en una sociedad beligerante y dividida como lo fue la Colombia de esa era, a causa de la lucha bipartidista entre liberales y conservadores,  no permitió un mayor impacto del modelo estructuralista de la CEPAL. En su defecto, la enorme dependencia con Norteamérica rechazó las políticas de los organismos internacionales, desechando las investigaciones y análisis socioeconómicos de los mismos.

Hoy día, observamos con claridad cómo se repite aquel comportamiento de subordinación al imperialismo yanqui en la Unión de las Naciones Suramericanas (UNASUR), inhibiendo las buenas relaciones con los países de izquierda de la región como Nicaragua, Ecuador, Venezuela y Bolivia. A lo largo de nuestra historia, la situación de la economía Estadounidense es de primordial importancia, ya que cualquier declive o auge, afecta masivamente todos nuestros sectores financieros. Por otro lado, países como Brasil, Argentina y Chile tuvieron buena recepción con las proposiciones de la CEPAL, reduciendo las brechas sociales, la pobreza y amortizando gran parte de su deuda externa. Nos preguntamos ¿Qué camino debe optar el gobierno Colombiano? Fomentar una autonomía económica, diversificar nuestros mercados e integrarnos con las organizaciones internacionales. Itinerario que ya empieza a recorrer el neoliberalismo Santista, pero a costas de perjuicios sociales.

La década pérdida de los años ‘80

Pasado ya la crisis del petróleo, nuestra creciente economía entra en un escenario desolador, una década donde reinó el crimen y la impunidad. La década pérdida es un término que se usa para describir un período de estancamiento de un país. Cosa que se vio reflejada en América Latina y sobre todo en el pueblo colombiano, quienes sufrieron los estragos de una guerra multidimensional. En los comienzos de los ’80, el carismático presidente Belisario Betancur, inicia un proceso de paz efectivo, desmovilizando a frente guerrilleros como las FARC, el M-19, el EPL y el ADO. Su reinserción a la sociedad civil no se hizo esperar. Sin embargo, esta paz duró muy poco, ya que en el ’85 el grupo M-19 se toman el Palacio Justicia. De la mano al anterior suceso, está el desafortunado desastre natural del Nevado del Ruiz en el municipio de Armero. El siguiente gobierno, el del cucuteño Virgilio Barco, moldeó una política de reconciliación, normalización y rehabilitación, dando un giro al manejo de las negociaciones con los grupos alzados en armas, siguió con los diálogos constituyéndose Colombia como un país de pactos, un país de mesas de negociación, de amnistías e indultos. Empero, la epidemia del narcotráfico y las autodefensas empezaban a proliferar. Con César Gaviria el auge del tráfico de drogas en Colombia significó el surgimiento de una nueva clase social, no exenta de aspiraciones políticas, lo cual puso en peligro la estabilidad democrática nacional, permeando de la corrupción a las instituciones públicas. Finalmente, para el ’89 el asesinato del candidato presidencial Galán, a manos de Pablo Escobar como maquinador, marca otro hito macabro que cierra con broche de oro aquella década. Cabe resaltar, que se bautizó esta etapa como la desindustrialización de la economía colombiana, que se basó en productos manufactureros, en el olvido del agro y en la baja tecnología para el sector industrial. Además, de que el narcotráfico se convirtió en la moda laboral, dominando una gran cantidad de sectores sociales y económicos. ¿Procesos de paz? ¿Narcotráfico? ¿Paramilitarismo? ¿Poca inversión y diversificación de la industria?  Algún parecido con actualidad del país es simple coincidencia…

Apertura económica

La apertura económica como modelo adoptado en Colombia durante el mandato del Presidente Cesar Gaviria en los años 90’, acabó con el proteccionismo arraigado, puesto que el mercado nacional se había saturado con productos locales, de manera tal que el poder de compra era inferior a la oferta. En resumen, la Apertura consiste en la introducción de productos extranjeros al mercado nacional, desapareciendo muchas industrias regionales, por la mayor calidad y abaratamiento de los precios de los productos foráneos. La liberación arancelaria, la reducción del gasto público, la revaluación de la moneda y el exceso de importaciones trajeron consigo el incremento de los precios internos. Así mismo, cabe agregar que en el mercado global siempre estuvo presente ciertas medidas proteccionistas, además, para aquel entonces Colombia no era un país muy cautivador para invertir, debido a su situación de constante belicosidad, además, A partir de lo anterior, surge un enigma ¿Será que la historia se está repitiendo en el siglo XXI? ¿Será que estamos escribiendo nuestro propio obituario económico?

No hay comentarios:

Publicar un comentario